De parte de nuestro colaborador, Omar Cruz, de Honduras, presentamos una selección de poemas de Thiara Marcell Flores Díaz. Ella nació en Tegucigalpa el 17 de octubre del 2001. Estudiante de francés en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras. Comenzó a escribir poesía a la edad de 16 años. Es miembro del colectivo Letra Ele, colectivo dedicado a crear eventos, encuentros y espacios de lectura y escritura creativa seguros, inclusivos y abiertos para la juventud y niñez de Honduras. Es ganadora de seis concursos nacionales de poesía, tercer lugar en el “Torneo de poesía Slam” organizado por el CCET, primer lugar en el reto poético “Poesía declamada en ocasión del día mundial de la poesía” organizado por el MIN, tercer lugar en el concurso de poesía “Dra Ana Lina Lizardo” “Poemas para la Demencia, el olvido y la nostalgia”, Mención honorifica del concurso de escritura “Al escribir, filosofamos” en la categoría poesía organizado por la asociación de estudiantes de la carrera de filosofía de la UNAH, primer lugar en el concurso de “psicotalentos” categoría poesía organizado por la carrera de psicología de la UNAH, y ganadora del Premio Universitario de Poesía Amanda Castro.
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Sueño fugaz
Me imagino en faldas largas,
De colores suaves y de tela satinada.
Sin contestarle a nadie,
En un patio extenso donde un pájaro
Persigue hojas secas
Y mi cuaderno
Está lleno de versos frágiles
Que se descifran con el nacimiento
De la Andrómeda.
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El canto de Rita
Que fría estoy
Muerdo mi corazón
Ya no tengo sangre,
Iré flotando por el mundo,
Sin piernas.
¿Por qué me hice esto?
Yo ya no quiero,
Verme en el espejo.
Regrésenme al beso prohibido
Donde nació mi alma.
Quiero llorar, por favor
Ya déjenme sola, en la habitación.
Yo quiero llorar, sola,
Con el canto de Rita, con su voz áspera.
Que fría estoy, muy fría.
¿Por qué cantas desafinada Rita?
Justo cuando tengo ganas de llorar
Vos cantas desafinada.
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El abrazo de Ernest
El abrazo de Ernest me despertaba,
Me volvía agua en las hojas que
Estaban a punto de secarse.
El abrazo de Ernest era tormenta,
Terremoto, y a veces un abismo culposo.
El abrazo de Ernest me ponía a bailar
Sin la música, o tal vez me ponía
A inervar música sin poder bailar.
El abrazo de Ernest, intimidó
A mis miedos, el miedo de amar,
Sobre todo. Porque yo lo amaba, y
Ernest se dejaba amar,
Pero solo a veces. Y su abrazo
Se dejaba abrazar por mi abrazo.
Y yo abrazaba su amor, y él
No lo sabía, o tal vez lo sabía
Pero no quería decirlo.
Y con solo un abrazo me hacia
Abrazar la noche,
La noche que me abrazaba
Al regresar a mi casa.
Pero solo el abrazo de Ernest
Me hacía sentir que no necesito
Estrellas para ver en las oscuridades.
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